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sábado, 22 de septiembre de 2012

Voluntariado ecológico- tareas

Como os comentaba hace unas semanas, en agosto me animé a hacer un voluntariado corto de dos semanas en una finca ecológica en una pequeña isla cerca de Estocolmo, Ekerö. En el articulo anterior podeis leer mis primeras reflexiones sobre mi experiencia. Ahora me voy a centrar en describir las tareas que realicé allí. Voy a estructurarlas en dos partes que llamaré Semana 1 y Semana 2 puesto que fueron diferentes y hubo un par de factores que influenciaron en el tipo de tareas que tuve que hacer.

Los dos factores fueron los siguentes:
1. Katharina, la dueña del negocio y mi supervisora, estuvo ocupada con la preparación de mermeladas para un concurso nacional en el cual participa anualmente. Por lo tanto ella no me pudo ayudar en nada y tuve que tratar de apañarme sola en mis tareas diarias; además el hecho de que era la primera vez que trabajaba en un sitio así también influyó un poco en mi labores. 
2. Durante la primera semana fui la única voluntaria lo que limitó mis quehaceres en cosas que se hacen individualmente. En la primera semana no pude realizar nada que requiera dos o más personas.

Semana 1

Fuente: Página oficial de Facebook de Äppelfabriken:
http://www.facebook.com/pages/Äppelfabrikens-vänner/108412339185858

En la primera semana ayudé a Katharina a preparar sus mermeladas con las que se presentaba al concurso gastronómico que este año tuvo lugar en la segunda ciudad más grande de Suecia, Gothenburg. Para las mermeladas necesitaba muchas frambuesas y para los siropes muchos arándanos. Recogí todas las frambuesas (rojas y amarrillas) de nuestro jardín y también del jardin de un vecino. La mermeralada que Katharina preparó con esas frambuesas ganó medalla de oro en su categoría. En la foto podeis ver a Katharina contenta con sus dos medallas de oro al final del concurso. Los arándonos los recogí en dos días de los jardines de dos vecinos diferentes. El resto de los días la cafetería y la tienda abrieron y yo ayudé en la tienda un día entero y los otros dos estuve en la cafetería sirviendo las ensaladas. Esta semana significó mucho para mi ya que era la primera vez que hacía lo que hice: primera vez recogiendo este tipo de frutas y en esas cantidades, además con la responsabilidad de que sean de calidad ya que iban a competir, y la primera vez trabajando en una cafetería. Esto último, me ofreció la oportunidad de practicar un poco mi sueco con los clientes.

Semana 2

Al principio de la semana llegó una pareja más de voluntarios, los dos de los EE.UU. y además llegó una chica sueca estudiante de jardinería que iba a hacer prácticas con Katharina durante 3 semanas. La pareja de los EE.UU. se quedaban allí 6 semanas. 
Fuente: www.wiksundskattpensionat.se
Esta vez con algo de compania y de ayuda tuve que hacer tareas distintas a las de la perimera semana. Un día ayudé a la chica de prácticas a limpiar los arbutos de frambuesas. Esto suponía romper las ramas que dieron frutas este año porque al año que viene no darán. Tuvimos que dejarlos listos para que pudiesen dar el máximo de frutas el próximo año, separando los arbutos y creando filas para que se pudiera pasar a recoger las frambuesas. Otro día tuve que limpiar el hotel de gatos. En la imagen podeis ver una de las habitaciones. 
Otro día ayudé a arregar las plantas de uno de los jardines de la casa de Katharina. Al ser uno de los jardines donde los clientes de la cafeteria pueden entrar tocaba arreglar sus plantas y poner nueva tierra enriquecida para ciertas flores. La chica de prácticas cortó los arbutos y yo me encargue de atar flores y cambiar la tierra.
Los otros días restantes trabaje con los voluntarios americanos en la cafeteria.

Estas fueron mis tareas en Äppelfabriken y teniendo en cuenta que la jornada laboral era de 6 horas me quedaban muchas horas libres para disfrutar de la naturaleza de la isla, del lago en frente de la casa, de los bosques por donde salía a correr a diario, de la piscina de Katharina, de la sauna y de todas las personas que conocí. El último día me despidieron con una barbacoa al lado del lago; fue una cena riquisima, buenisima companía y un atardecer impresionante. Con esa imagen en mente me despedí prometiendo que iba volver para experimentar el otro lado de Äppelfabriken: ser cliente.

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